domingo, 26 de enero de 2014

El tiempo, ese protagonista

A menudo, el tiempo es ese incansable protagonista que lo moldea todo a su antojo. Escribe los guiones, sin apenas dejarnos estudiarlos, improvisando cada vez que puede o quiere, dando la vuelta a situaciones a las que creíamos tener controladas.

Jamás se detiene, y avanza a veces tan deprisa que llega a atemorizarnos. Otras lo hace lento, pausado, con el sosiego de una calurosa tarde de verano. Pero siempre marcando el ritmo, el de todos.

Se empeña en desgastar las cosas, y en hacernos creer que cualquier pasado siempre fue mejor. Insiste en convertir en rutinas los momentos, las compañías, las veladas. Y en hacer de nuestras vidas una continua espera.

Esperas para coger un autobús. Para pasar a la consulta del médico. Para hacer una cola en aquel concierto tan ansiado o que te atiendan en ese restaurante de comida rápida. Esperas para que llegue aquel día señalado, para ver a personas queridas, para revivir emociones y sentimientos al escuchar unos sones. 

Y las peores esperas...Las que te hacen pensar que todo lo malo pasará, que cambiará, que la Luz volverá a brillar con fuerza. Las que te hacen aguardar cosas, gestos, detalles...Las que por alguna extraña razón te mantienen ahí, cuando la llama se ha consumido y desesperar por no conseguir que vuelva a arder.

Y mientras, el segundero sigue su ritmo, dándonos entremedias algún dulce vestido de esperanza. Y mi experiencia me dice que hay que luchar porque este impuesto protagonista, no moldee todo a su antojo, porque las rutinas no nos invadan, porque no podemos cambiar el mundo...Pero si podemos cambiar nosotros.


lunes, 20 de enero de 2014

Lo cotidiano

En estos días inciertos en que vivir es un arte, quisiera poder hablar, en libertad expresarme... Así comienza uno de los temas del gran grupo pucelano Celtas Cortos.

Decía, hace unos días en una de las redes sociales en las que todos nos encontramos más bien pronto que tarde, que no entendía el por qué del figuroneo y las ganas de protagonismo de la gente. Y es que es algo que nunca entenderé, y cada vez, que son más frecuentes estas cosas en unos y en otros, me cuesta más aún comprender.

Será que toda mi vida he apreciado más el caer del sol pintando de colores un atardecer, con buena compañía, que una comida en el mejor de los restaurantes. Será que desde pequeña me han enseñado el valor de las cosas, y sobretodo, el de las personas.

Lo bueno de haber pasado un año horrible, si es que hay algo bueno, es que te das realmente cuenta de los que están a tu lado y los que no. Mentiría si dijera que no me he sentido decepcionada por algunos de los que tenía en un buen pedestal y se han ido cayendo. Y es que me cuesta entender que haya quienes tengan tu teléfono, correo electrónico, etc, para intereses personales, pero no para preguntarte un simple "¿cómo estás?"

Me gusta la gente sencilla, la que su mejor traje es una sonrisa, la que te hace reír tan fuerte que se olvidan los problemas. La que se ríe de si misma, y no le importa lo que digan los demás. La gente humilde, que mira con sus mejores ojos, los que no necesitan disfrazarse de nada, ni aparentar nada. Los que sus mejores veladas son las que son en compañía de sus amigos, pero los de verdad, no los que les bailan el agua. Me gusta la gente que te valora por quién eres y no por lo que eres. Los que no se creen superiores. La gente sencilla, que no necesita adornar las palabras ni crear parafernalias para dárselas de nada. La que sabe bien qué es lo importante y no trata de hacerse ver más importante que nadie.

Me gusta la belleza de lo sencillo, de lo cotidiano, de lo común... 



sábado, 18 de enero de 2014

¡Felicidades!

Como comentaba en mi anterior entrada, este año, quiero intentar hacerle un huequecito en mis paraísos a todas esas personas que me rodean y que dan Luz a mi vida para guiar mi camino. Aprovechando que hoy celebra su XXVIII aniversario, voy a empezar por él.

Para mi siempre será el Prioste de Dios, lleve o no unos alicates en la mano. Y es que un prioste va mucho más allá de una caja de herramientas y unos cuantos montajes o desmontajes. Quien le conoce, sabe que Jorge y la palabra Nazareno tienen una unión indestructible. Cuantos desvelos, cuantos esfuerzos siempre en segundo plano, cuántas horas...Siempre en el lugar que le han solicitado.

Pero además, Jorge es un gran amigo de sus amigos, y sabe estar en cada momento, ofreciéndote todo lo que tiene, haciendo que sientas a su familia como tuya (gran familia los González Rivas) y compartiendo los buenos y los malos momentos.

Son muchas las cosas que nos unen, y hoy puedo decir que me siento orgullosa de contar con su amistad.

¡Muchas felicidades amigo!





lunes, 13 de enero de 2014

He aprendido...

Han pasado ya trece días del comienzo del nuevo año, y aún no he dado un poquito de Luz al blog durante todos ellos. Trece, ese número que hasta hace un año, había sido un número sin más, sin supersticiones, sin ser nada más que eso, una cifra...Pues bien, después del "impass" de todo lo pasado, me vuelvo a proponer que vuelva a ser lo que nunca debió dejar de ser...sencillamente eso, un numero más. Por eso quizá hoy es un buen día para comenzar los apuntes del nuevo año.

He aprendido que los abrazos se pueden colorear. Que una casa no son cuatro paredes, si no el calor que desprenden. Y no hay calor sin cariño. He aprendido, que en la amistad y la confianza no hay distancias que valgan. Porque hay quienes están cerca físicamente, y muy lejos de tu alma...He aprendido, que los amigos de verdad son los que conocen tus mayores defectos, los que te hablan con transparencia, los que incluso se enfadan contigo por haber hecho mal las cosas...Pero a pesar de todo, te perdonan, te quieren y siguen a tu lado siempre. He aprendido que con los años, sólo envejecemos si queremos, que el cariño a los tuyos se fortalece y se afianza, por muchos años que pasen.

Y que el tiempo es relativo. Que hay que disfrutar cada momento como si fuera el último, o al menos, intentar luchar por hacerlo posible. Que hay que intentar cumplir los sueños, por los que no pudieron hacerlo y por hacerles sonreír viéndonos felices, allá dónde estén.

He aprendido que cada día puedes encontrar un motivo para sonreír...Y que las lágrimas pueden ser menos amargas si tienes un abrazo dónde refugiarte. Y también he aprendido que no todas las lágrimas tienen por qué ser amargas. He aprendido que en la vida, como en la fotografía, todo lo negativo hay que pasarlo a positivo después. Y que las sombras no son más que una parte más provocada por la Luz.

He aprendido que tengo mucho que aprender de cada persona de las que me rodean, y por ello, este año, intentaré hacerle huequecito a cada una de ellas en este lugar. Porque cada persona que hay en mi vida, es un paraíso que desprende la Luz que necesito para iluminar mi camino.

He aprendido que mi objetivo debe captar felicidad...Y que los únicos negativos que vea sean estos...