domingo, 22 de febrero de 2015

Dos Años

Dos años. Apenas nada en toda una vida. Y lo suficiente como para habernos marcado un antes y un después de tu marcha. Encontraste el camino, como tú decías, y te fuiste alejando de nuestras miradas, de nuestros oídos, pero no de nuestros corazones. Ahora tu alma vive entre nosotros. Y seguimos haciéndonos la misma pregunta una y otra vez, sin entender el por qué tuviste que marcharte tan pronto. Pregunta sin respuesta.

Y aquí seguimos, querido amigo del alma. Intentando seguir con la fuerza que tú nos das desde ahí arriba. Poniendo nuevas piedras en el castillo de una amistad que tú fundaste un día. Amistad que ya será indestructible, como lo es el amor que por ti sentimos. 

Dos años de aquel día que se nos clavó como un puñal atravesando nuestros corazones. Y aún te veo cuando cierro los ojos, tan nítido como siempre, y aún te escucho, con el mismo tono de voz, con palabras reconfortantes.

Estrenamos de nuevo cuaresma, y se que de nuevo estarás conmigo en el balcón de los sueños. Que no te perderás ningún acto, que saborearás cada momento, que disfrutarás a cada instante.

Dos años de tu marcha...Y cada día más presente. Querido amigo, nunca te fuiste, sólo cambiaste de lugar, y aunque desde este mundo terrenal, te seguimos echando de menos, se que siempre estás. Te quiero, Grandullón.


domingo, 15 de febrero de 2015

Todo vuelve

Que soy una nostálgica, de todos los que me conocen es sabido. Que lo nostálgico está de moda...También. Y yo no puedo ser más feliz con estas cosas. Me encanta ese toque retro que te hace sonreír con recordar algunos objetos. Todo vuelve, y cuando lo hace es aún con mejor gusto, con la evolución de los tiempos que se van combinando al paso del segundero. 

Y es ahora, cuando recibimos al día decenas de correos electrónicos que nos saturan la cuenta, cuando echamos de menos aquellas cartas escritas en tinta y papel. Cuando queremos que vuelvan las viejas postales, ahora llamadas "postales viajeras" en algunas redes sociales, y nos ofrecemos a intercambiarlas con gente que ni siquiera conocemos, por tener la ilusión de volver a ver en el buzón un sobre escrito de puño y letra sin que tenga que ser navidad. 


¿Os acordáis de las antiguas cámaras polaroid? Aquellas que salía la foto en formato cuadrado al instante, por una ranurita que tenían. Esperabas unos segundos y la imagen comenzaba a aparecer por arte de magia en el papel. Mi amiga Mayte tenía una cuando íbamos al cole, y era la envidia de todos los niños. Yo siempre quise tener una, pero en casa decían que eran muy caros los carretes, y no les faltaba razón. Pues ahora, para deleite de los nostálgicos como yo, ha vuelto la cámara polaroid, en su versión mejorada. Con un formato dulce, bonito, elegante, en unos tonos pastel preciosos...Fujifilm instax mini, se llama.

Y claro, esta vez, no me he podido resistir a ella. Las fotos son caras, estamos de acuerdo.Tienes que pensar más de dos veces en qué gastarlas y procurar no equivocarte o disparar por error. Pero también es cierto que no hay nada como tener una foto en papel, y más si es al instante. Porque podemos tener miles de fotos en nuestros ordenadores, tablets, móviles...Pero al final, a todos nos gusta llevar en la cartera una foto física, una estampa... 

Y a la mayoría nos encanta hojear nuestros álbumes, poder tocar nuestros recuerdos, detener la mirada en un papel y no en una pantalla...


Y volvemos a rescatar las pizarras de tiza, porque son mucho más chulas que las de rotulador. Con ese encanto que dan a cualquier lugar, y ahora raro es el bar que no tiene una y se esfuerza en ponerla bien bonita. Y si no que se lo digan a mi amigo Rubén, maestro de la tiza en todas sus variedades. Porque ahora los bares modernos, son los que vuelven a lo antiguo, con ese toque vintage del que os hablo. Y algunos intentamos buscar un huequecito en casa para tener también una pequeña pizarrita, dónde poner una frase positiva que te arranque una sonrisa al leerla.


 Pizarras decoradas por Rubén Marín para el Cafe Yantar de Ciudad Real


Ese sonido inconfundible de teclas que escribían en un papel y no en una pantalla, tampoco se olvida, y las viejas olivetti resurgen en las más elaboradas decoraciones. Allí no había tecla de suprimir si te equivocabas, como mucho, luego podías echarle tippex al papel y corregir a mano el error. También podemos volver a ver los teléfonos de toda la vida, aquellos que dando vueltas a una rosca, marcaban el número, sin necesidad siquiera de prefijos, y nos parecía lo más normal del mundo.


El tiempo entre costuras consiguió que mucha gente quisiera aprender a coser. Para mi, uno de los sonidos de la banda sonora de mi infancia, fue sin duda, el de la vieja Alfa de la Yaya. Tenía más años que mis tías, y ella la quería casi tanto como a ellas...Tanto le debemos todos a esa máquina...Y es que los objetos a veces son mucho más que simples piezas, por todos los momentos que encierran, por todos los sentimientos que guardan...


Y vuelven las pegatinas, los sellos de caucho, las cintas decoradas, el papel craft o los bolígrafos de colores.Y aquí estoy yo, creando libros de firmas para que la comunión, boda o fiesta en particular, sea más especial aún. Para que la espontaneidad del momento quede reflejada en palabras de las que no se lleva el viento, en imágenes que guardaremos y hojearemos cientos de veces con el paso del tiempo. Y es que al final, en cualquier evento que se precie, todo acabará pasando, y lo que quedará para siempre son esos recuerdos en forma de fotografías y palabras.



Por supuesto, las bodas son las que menos se libran del toque vintage. Con buen gusto se pueden hacer cosas muy bonitas utilizando objetos y materiales que están al alcance de todos. Seguro que habéis visto más de un escaparate decorado con las clásicas cajas de madera. O algún disco de vinilo colgado, o los antiguos cómics... Seguro que alguien se preguntó por qué no utilizar todo este tipo de cosas del que os hablo en un evento tan especial como una boda, y sin quererlo, creó una tendencia. Maletas antiguas, bolas del mundo, rollos de películas de cine, cintas de cassette...Según la personalidad o gustos y aficiones de los protagonistas, se puede conseguir que aquellos objetos que tantos momentos nos dieron en el pasado, sean también dignos protagonistas de nuestro presente.