Los recuerdos son esos retazos de memoria que cuando se hacen presentes pueden provocarte la más dulce de las sonrisas o la más amarga de las lágrimas. Son necesarios, pues son parte de nuestra vida, y sin ellos a veces no aprenderíamos lecciones de la misma. El problema está cuando esos recuerdos se marchan, cuando otra persona no recuerda con la misma intensidad que nosotros esos momentos, cuando es imposible recordar, cuando además es imposible forjar nuevos recuerdos...
Creo que nunca había estado tanto tiempo sin escribir en mis Paraísos, tal vez porque la luz hace tiempo que se hizo sombra en mi vida, tal vez por la desgana o la desilusión, o tal vez, por no encontrar las palabras adecuadas. Lo cierto es que, transcurrido ya la primera mitad de año, puedo asegurar que ha sido el peor de mi vida, así que ojalá esta segunda parte sea mejor.
Cuando se toca fondo, cuando caes al más profundo de los abismos, sólo caben dos cosas: quedarte allí o luchar por escalar y subir, aunque te llenes de heridas en la subida, aunque a veces quieras quedarte en ese punto intermedio dónde no puedas subir, pero tampoco volver a caer...
Es entonces cuando tienes que aferrarte con todas tus fuerzas a esa cuerda irrompible que son los amigos, la familia. A aquellos que SIEMPRE están a tu lado, recargándote las pilas, tirando de ti cuando tus fuerzas están completamente agotadas.
La verdad es que no se que habría sido de mi, si no tuviera esa cuerda de la que os hablo en mi vida, tan resistente y tan fuerte. Puedo decir con orgullo, que tengo el mejor de los tesoros que se pueden soñar, que en los momentos más duros es cuando te das cuenta verdaderamente de los que están a tu lado y los que estaban sólo de paso, y creerme que si no fuera por ellos, hace tiempo que no se cómo habría acabado.
Los amigos son esa segunda familia, aquella que tú eliges, y cuando la de sangre está tocada por algún motivo, te puedes aferrar fuertemente a ellos, porque serán los que te ayuden sin importarles el tiempo que tarden en levantarte.
Es duro ver cómo los pilares clave de tu vida se desmoronan, es muy difícil asumir ciertas situaciones, de hecho, creo que personalmente, nunca las asumiré ni las veré normales, porque siempre echaré de menos demasiado, porque siempre me faltará algo. Pero es momento de construir nuevos pilares, o de reforzar aquellos que ya estaban.
Quiero dar las gracias a todos y cada uno de aquellos que estáis a mi lado cada día. Perdonarme que no de nombres, no me quiero dejar a nadie, pero vosotros sabéis bien quienes sois. Gracias se queda demasiado pequeña, así que sólo puedo decir, que siempre tengáis en vuestra vida la Luz que os merecéis, aquella con la que me estáis iluminando en mi oscuridad, aquella que desprendéis.
Que vuestra vida sea siempre la calle del...