jueves, 25 de julio de 2013

La pequeñez de las palabras


Hay días en los que la nostalgia se hace especialmente presente. Miras atrás y el sabor dulce de los recuerdos se apodera de ti. Te preguntas en qué momento dejaste de ver a menudo a personas que formaban tu día a día y ni lo recuerdas. El caso es que en la vida, cada uno dibujamos nuestros caminos, y a veces esos caminos se distancian de otros que hasta entonces habían ido paralelos. 

Recuerdo mis años de instituto con ese sabor a miel de una recien estrenada juventud. Las tardes sentados en los bancos de "los cortijos", escuchando rimar a mis amigos. Y recuerdo verles bailar, doblarse cómo si fueran de goma. Y por supuesto, recuerdo verles pintar auténticas obras de arte, con unos simples sprays. Me parecía increíble que aquellas manchas en la pared, luego fueran imágenes llenas de LUZ cómo esta que os muestro.

De aquellos años, no tengo malos recuerdos. Todo era ilusión, todo estaba por empezar. Y recuerdo aquellos amigos tan transparentes cómo un vaso de agua.

Anoche me dormí consternada por el terrible accidente de tren ocurrido en Santiago de Compostela. Pero esta mañana sentí que me partían el alma cuando me comunicaban, que mi mejor amigo de  aquellos años, aquel con el que pasé cada tarde, aquel que me guardó mil secretos y fue mi cómplice tantas veces, aquel con el que descubrí una amistad tan pura...Iba en ese tren. He sentido que el corazón se me paralizaba.

Por suerte, aunque con heridas importantes, está fuera de peligro. La parte negativa es que su novia no ha corrido la misma suerte y su padre a estas alturas, aún continúa desaparecido. No me quiero imaginar que sentirá cuando despierte y sea consciente de la situación, pero seguro que el dolor físico no será ni una pequeña parte de lo que pueda sentir con esta tragedia. 

Y es que a veces no es necesario verse a diario para mantener el cariño, porque cuando te ves, sientes que el tiempo no ha pasado.

Seguro que muchos reconocéis el graffiti de la foto, situado precisamente en el barrio de nuestra ciudad que hoy celebra su día grande. Casualidades de la vida o caprichos del destino. Desde que Isi lo realizó siempre he tenido debilidad por ese graffiti que llena de luz lo que era un triste muro más de la ciudad. Hoy lo miro de una manera especial. Aquel dibujo que cuenta una historia, aquella chica de la rosa en la boca, hoy parece gritar en silencio.

Mis palabras se quedan minúsculas hoy, pues hay momentos en los que sientes que de nada sirven, pero desde aquí, le mando a Isi y a su familia todo mi apoyo, toda mi fuerza...

Hoy todos somos Galicia.

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