sábado, 25 de agosto de 2012

Hípica en Ciudad Real


Lástima que solo podamos disfrutar durante cuatro días al año del más elegante de los deportes. Y es que es digna de admiración la compenetración caballo - jinete en los deportes hípicos, ya sean de salto, doma clásica, vaquera... Y digna de admiración también la docilidad de un animal tan impresionante como éste, la nobleza y por supuesto, la elegancia en sus movimientos. 


Tras esto, hablaré un poco sobre el concurso hípico de Ciudad Real. No pretendo que todo el mundo que vaya allí le entusiasme como a mí ver como durante aproximadamente un minuto, un jinete que lleva todo el año entrenando a su caballo, salte cada obstáculo, calculando los pasos que tiene que dar el caballo entre uno y otro, los recortes que puede hacer, el tiempo que le puede dedicar, o las milésimas de segundo que le puede arañar a otro concursante. Pero tampoco entiendo qué pinta allí gente a la que no les gusta en absoluto todo esto, y están allí "porque no tienen otra cosa mejor qué hacer" o por ganar cuatro míseros euros en las apuestas. Ojo, mis respetos al máximo a los apostantes. Pero por favor, tengan un poquito de respeto hacia aquellos que precisamente les hacen ganar esos cuatro duros.



Está muy feo alegrarse efusivamente cuando un caballo tira un palo porque no es al que hemos apostado, o aplaudir como locos al "nuestro" y luego no ser capaces ni de quedarse a la entrega de premios. Es muy triste, que cuando los tres jinetes o amazonas con sus respectivos caballos, ganadores de cada prueba del día, dan la vuelta de honor, se encuentren prácticamente vacías las gradas, y desde aquí lanzo una idea a la organización del concurso: ¿se han planteado que los acertantes de las apuestas no puedan cobrar su premio hasta que no se haya realizado la entrega de premios? 



Así mismo, mi indignación con los padres que sueltan allí a los niños como si aquello fuera un parque infantil. Este año he perdido la cuenta de las veces que los jueces han llamado la atención por megafonía a niños que se colaban en la pista de salto. Los niños, son niños al fin y al cabo, pero los padres...un poquito de por favor, que además de distraer a caballos y jinetes, puede ocurrir un accidente algún día y tengamos que lamentarlo.


Y por supuesto, mi rechazo a todos los que van a contarse sus vidas, sin ser capaces de mantener diez minutos de silencio que es lo que suele durar cada serie. No me imagino un Concurso Nacional de Saltos de Francia, por ejemplo, con la gente hablando como cotorras sin parar. Tal vez por esta razón, este año hayamos tenido que soportar a un volumen bastante alto el "Ai se eu te pego" entre otras "delicias musicales"  mientras los caballos saltaban.

Por favor, RESPETO hacia el trabajo que realizan todos, jinetes, amazonas, caballos, yeguas, profesores... Es vergonzoso en lo que se está convirtiendo (o se ha convertido ya) uno de los mejores actos de nuestras ferias.

sábado, 4 de agosto de 2012

La Realura



La Luna en cambio, es más misteriosa. A ella le contamos nuestros secretos que los guarda con su magia. Es nuestra confidente, la que comparte los sueños. Cada noche se asoma distinta, tras acicalarse en el espejo. La vemos vestida de esplendor lleno, en noches radiantes. O de Parasceve, en una Semana Grande. Otras veces se asoma tímida, con solo un delgado halo de Luz.



Pero siempre nos deja su magia, nos perfuma con su misterio y nos adorna con su hermosura. En noches como las de este verano, la vemos asomarse vestida de rojo, puntual a su cita. Tal vez se acicale así para gustarle más al sol. O tal vez también quiera llenarnos de Luz.

La Realura...

La Realidad





Soy más de atardeceres que de amaneceres. Me gustan los tintes cálidos que nos dejan las pinceladas de los últimos minutos de sol antes de dar paso a la misteriosa luna. 

Para el sol no hay secretos. Es indiscreto, meticuloso. Nos saca a relucir a su antojo, nos sorprende cuando menos lo esperamos.

El sol es poderoso. Juega a esconderse entre las nubes a veces, en ocasiones, durante días enteros, quizás para despistarnos.




Nos moldea con su luz, nos hace brillar o ensombrecer. Lo vemos jugar incluso con el mismo cielo, tiñéndolo de colores según le apetezca. A veces, anaranjado, otras con tintes rosas, otras quiere estar más distante, quizás emular a la luna, y nos deja tintes más fríos, más azulados.

La Realidad...



jueves, 2 de agosto de 2012

Tradición en Familia


Quién conozca a Luis Enrique, sabe que la Hermandad del Nazareno no podría tener un hermano mayor mejor en estos momentos. Y no es por alabarle, como digo, quien lo conozca, bien lo sabe. 

Siempre ha sido de los que ha estado por detrás, de trabajo callado, sin querer salir en las fotos, pero su momento ha llegado, y no me equivoco si digo que todos nos sentimos orgullosos de ello.

Hoy Luis tiene la más alta de las responsabilidades, pues casi le llego a la par ser Padre y Hermano Mayor. 

Y seguro que el apoyo de María ha sido imprescindible en esta nueva aventura. Por eso, el pequeño de la casa se sentirá muy orgulloso de sus padres, de haber nacido en el seno de la nobleza, de la humildad, del amor. 

Que la Virgen del Prado, ante la que hoy os postráis a sus pies, os colme de bendiciones, y que Jesús Nazareno llene siempre vuestras vidas de Luz.