lunes, 24 de abril de 2017

Volverán las oscuras golondrinas

La pasada primavera, fui testigo, desde mi balcón, de como dos parejas de golondrinas construían sus nidos para aumentar sus familias. Algo realmente curioso, y que les llevó varios días. Pacientemente, traían en su pico trocitos de barro. Pegote a pegote, iban minuciosamente pegándolo al ladrillo, colocándolos y aumentando el tamaño de su construcción. Trabajo en equipo, pues eran ambos los miembros de la pareja que se encargaban de construir su pequeña casa. 

Cuando por fin terminaron, la hembra se metió dentro, sacando la cabeza de vez en cuando, a la espera de que el macho le trajera alimento para ella y sus crías.

Con paciencia infinita consiguieron su proyecto y cuando las crías tuvieron una semana, volaron todos del nido, con rumbo a otros lugares.

A mi, que las observé durante semanas, me dieron una lección de constancia. Y es que en la vida, todo es cuestión de ello. De no rendirse aunque haya días en los que no se pueda construir porque las nubes lo impidan, de proyectar objetivos y metas, de aprender que todo, por pequeño que sea, aporta...

Justo por aquellas fechas, también yo comenzaba un pequeño gran proyecto en mi vida. Y ahora, que las golondrinas han vuelto a mi balcón, que se abre una nueva primavera,  como dijo el poeta de los poetas, aquí seguimos, con nuevas metas, con la ilusión de seguir creciendo, de aprender día a día, de ilusionarme con cada click...


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.




Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!





Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.




Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!





Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.




Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.


miércoles, 22 de febrero de 2017

Seguiré gritando que ni el cielo fue bastante

Casi se me olvida que sigo teniendo una cuenta pendiente con estos paraísos. La falta de tiempo, la facilidad que te da una red social para escribir más a menudo, o la pereza que da a veces ponerse aquí delante...Otra vez imperdonable, otra vez volvieron a pasar demasiados meses, otra vez, me dejé tantas cosas en el tintero...

Y vuelvo, precisamente hoy. Un día marcado en negro en mi calendario. Maldito 22. Maldito viernes aquel. Maldito teléfono y maldita noticia. Cuatro años desde entonces, increíble la rapidez con la que pasa la vida, increíble que precisamente, pasara tu vida.

De la mía, no puedo contarte nada que no sepas. No hay un sólo día que no me acuerde de ti, no hay noche en la que no te piense. Y sigo teniendo la misma pregunta ¿Por qué? Sigo guardando dentro de mi alma reproches, sigo sin entender...Y dudando, dudando demasiado.

Aún así, se que estás aunque no te vea. En alguna parte, en algún lugar dónde se respira la paz, sonriendo, cuidándonos un poco a todos, dándonos fuerzas en los momentos de flaqueza, que no han sido pocos, y también alegrándote de nuestros logros.

No es que me recuerden a ti tantas cosas, es que tu vives en cada una de ellas, y como escuché hace unos días... Recordar es pasar por el corazón. Y tu siempre estarás en el mío.

Vuelven también fechas señaladas. Las que tanto te gustaban, y vivías con tanta pasión. Han cambiado tantas cosas, amigo, pero aún así, sigo pensando que te veré en aquellos lugares especiales.

Hoy, como ayer, y como mañana, te llevo conmigo "¿Y qué diría David si estuviera aquí?" Cuántas veces me he hecho esa pregunta, y lo que me resta... Creo que te pude conocer tan bien, que la mayoría de veces se la respuesta, pero me gusta imaginar tu cara, volver a pensar en tu mirada, y casi volver a sentir tu sonrisa.

Gracias amigo por tenerme entre "tus elegidos" Fuiste un gran regalo y lección de vida y eso no lo cambiaría por nada. Gracias por enseñarme tanto, por marcar un antes y un después. Ojalá hubiéramos tenido más tiempo para cumplir todos aquellos sueños. Pero así lo quiso la vida.

Se que te gustaba leer estos paraísos, y que estarás diciendo "¡Ya era hora de que actualizaras!" Así que aquí estoy de nuevo. Por ti y por mi. Por tus cosas y mis cosas. Porque te sigo echando de menos igual que el primer día. Pero sobretodo... Porque te quiero, y seguiré gritando que ni el cielo fue bastante.