jueves, 22 de agosto de 2013

El ecuador del peor de los años


Hoy se cumple el sexto mes de tu marcha. Seis meses que en ocasiones pesan como 6 siglos, y otros creo que apenas ha pasado un minuto de que te fueras. Medio año en el que el sol se paró justo en ese instante en el que el cielo no sabe hacia qué color tintar sus nubes, en los que el horizonte se junta con el infinito. “Porque hay atardeceres que no acaban de ponerse”

Han pasado tantas cosas, amigo… Me encantaría poder contártelas cómo hacíamos antes, sin mirar la hora del reloj, que me escucharas y luego me soltaras alguna ironía de las tuyas. Todo es mucho más difícil sin ti. 

Este año la vida me está golpeando más duro de lo que jamás imaginé. Ya sabes lo importante que es mi abuela para mí, y lo que estamos pasando con ella. No recuerdo cuando fue la última vez que la vi sonreír. Ahora sus lágrimas invaden cada minuto de su tiempo. Su máquina de coser la ha cambiado por una pantalla de televisión, en la que a pesar de las voces que salen de ella, no se suele enterar de mucho. Sus hilos ya no hilvanan descosíos, sus agujas ya sólo pinchan y no cosen remiendos… Y lo peor es ver esa mirada de azul de cielo perdida entre la inmensidad de un universo que no llega a comprender. Entre un mundo en el que se le han perdido mil recuerdos. Pero ahí seguimos, al pie del cañón, día a día. A veces desfallecemos y el desánimo se apodera de nosotros. Las fuerzas empiezan a flaquear, y no sabemos ya de dónde sacarlas. Yo se que tú me ayudas a levantarme muchas veces, pero ojalá lo hicieras de otra manera.

¿Sabes? De momento, llevabas razón con lo de mi primo. Ojalá el curso de los acontecimientos siga así y “te salgas con la tuya”

Por aquí todo sigue más o menos como lo dejaste. Nos hemos juntado varias veces y en cada una de ellas has estado presente. Siempre en la conversación de Alberto, o en las palabras de Ana. También en la mirada callada de Diego. Y cómo no, en los de aquí. El cumpleaños de Pablo este año fue…muy diferente, pero él sabía que en un día tan especial, no faltarías. Rubén me pregunta a menudo por los tuyos y lleva siempre consigo el recuerdo de tu amistad, de tantos momentos en tus Tablas, en la feria de Manzanares o la de tu Daimiel… Lalo me ha prometido volver a las Tablas conmigo y se siente tan orgulloso de haberte conocido… Jorge hasta se alegra cuando gana tu Atleti porque sabe que lo estarás disfrutando, Prado sonríe al recordar tus bromas y al mirar a Walter se le derrama la nostalgia, cómo Blanca, que no se olvida del “¿jugamos?”. A Pedro le hubiera encantado presentarte a Virginia, y a José Luis que tú le enseñaras los entresijos de San Pedro. Almu y Miguel me preguntan por tu madre muchas veces, Leti fue aquel hombro que me sostuvo en el día más triste de mi vida, y todos los demás, tampoco se olvidan de ti: Saúl, Fran, Antonio…A veces con una mirada o un gesto dicen mucho. 

Y “del patillas” que te voy a contar que no sepas…Es quien me sostiene, quien me ayuda cuando no puedo más, y quien se tiene que tragar muchas veces sus lágrimas para secar las mías. Es quién está detrás de cumplir algunas de las cosas que dejaste pendientes, se que sigues planeando con él mil cosas.

Sé que estarás contento, porque por fin he conocido a tu amigo del alma en persona. Tanto tiempo hablándome de él, tantas cosas contándome vuestras, que la conversación fluía sola, porque era como si ya nos conociéramos de toda la vida. Ahora entiendo aún mejor por qué se te llenaba la boca al hablar de tu gente, por qué tu orgullo con los tuyos. Siempre te rodeaste de los mejores, y es que, con un corazón tan grande como el tuyo, no podía ser de otra manera. Fue muy bonito, estar con todos los tuyos, con los de siempre, con los que te acompañaron desde el principio en tu duro camino. La verdad es que más de una vez miraba esperando encontrarte…Se que en cierta manera estabas. Has dejado una huella demasiado grande en todos, un vacío que nunca podrá llenarse, y debes estar muy orgulloso, pues te has marchado dejando montones de cariño, dejando sólo buenos recuerdos, inolvidables momentos.

Cada día me hago la misma pregunta. No sé cuando la rabia y el dolor que siento, se irán. No sé cuándo podré recordarte sin acabar llena de lágrimas, cuando serán sólo sonrisas al recordar tu voz, tu mirada con la que sabías sonreír, tus gestos, tus palabras, tus abrazos…Te llevaste tanto de mi contigo, tantos momentos, tantos secretos, tantos sueños.

Sé que tú ya habrás obtenido la respuesta a esa pregunta, se que ya habrás comprendido lo que aquí abajo es incomprensible. Sé que por fin serás feliz. Y sé también que me comprenderás cuando te diga que perdí la fe y no sé si la volveré a encontrar. No entiendo por qué te tuviste que ir tan pronto, por qué no me escucharon los de arriba, por qué, si están, permiten tanto dolor.

De tu madre, mejor sabes tú que nadie como está, así que no te puedo contar mucho más. Sólo te pido que le des fuerzas, que la ayudes a levantarse. Yo se que lo harás. Igual que con tu padre y con tu hermano. Otra cosa no, pero a cabezón no te gana nadie.

Voy terminando estas líneas que te dejo aquí, porque sé que siempre fuiste seguidor de mis Paraísos. Aún recuerdo aquella sorpresa que me llevé cuando leíste en la radio mis líneas. Sé que sigues siendo mi más fiel lector, por eso elijo esta forma de hablar contigo. 

No quiero terminar sin hablar de Coco. Me imagino lo orgulloso que estarás de “tu campeón” ¿verdad? 

Bueno, Grandullón, por hoy no te canso más, que voy a acabar pareciéndome a quien tú y yo sabemos…jeje. Espero que seas tan feliz cómo te mereces. 

Con todo mi cariño…


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