domingo, 6 de septiembre de 2015

Las locuras, que Tú me quieras regalar

Los conciertos de Alejandro comienzan mucho antes de que salga al escenario micrófono en mano. Comienzan en el momento en el que ves el calendario de la gira y decides a cuál de ellos irás ese año. Y sobretodo, comienzan, cuando tienes la entrada en tus manos. Son días de nervios, de mucha ilusión.

Y no importan los km. Ni las largas horas de esperas al sol o pasando sueño, hambre o lo que sea necesario. Sabes que cuando el salga al escenario todo se te olvidará.


Lo que no se te pasa por la cabeza, es que puedas vivir algo como lo que vivimos anoche en Albacete. No concibes estar 6 horas bajo un aguacero inmenso, mientras arriba, en el escenario se cantan los temas como si se trataran de condiciones normales.

Y tienes la esperanza de que la lluvia cese, pero van pasando las horas, y los artistas por el escenario, y en lugar de eso, cada vez es más intensa.


Y aguantas con ilusión, bajo un mini paraguas que te resguarda al principio, pero que según va pasando el tiempo, poco puede hacer por mantener seca la ropa de dos personas, cuando te cae agua de todas partes. Aguantas la espera mientras otros artistas suben al escenario y hacen su parte. Aguantas 45 minutos más, mientras se cambian luces, instrumentos, sonido...


Y por fin, sales tú, querido Alejandro. Con una lluvia incesante, diciendo que somos tus héroes y dándonos las gracias. Y comienza lo  esperado tanto tiempo.

El público empieza a apagarse a lo largo de la actuación y cada vez cuesta más corear tus canciones. Demasiadas horas bajo la lluvia, además de las de cola. Calados hasta el último hueso, y aún así nadie se mueve.

Y yo, que me considero fiel fan tuya desde tus inicios, de repente, empiezo a sentir la desilusión en mi ser. Y es que veo que mi Alejandro, no está al 100%. Que se ha dejado la piel en una semana demasiado intensa, con actuaciones cada día, con miles de km a las espaldas, y que el último día no puede estar igual que el primero.

Querido Alejandro, te quiero y te querré siempre. Seguiré comprándome tus discos el primer día que salgan a la venta, y yendo a cada concierto que pueda. Pero no así, Alejandro. Porque los que estuvimos anoche en Albacete, teníamos la misma ilusión que los que viajaron a Córdoba el 30 de julio. O los que estuvieron en Murcia el pasado miércoles. Las entradas costaban lo mismo, y las horas de cola de mucha gente, ídem.

No es justo para nadie. Y se notó. Se notó que aunque querías, no podías. Se notó que todos somos humanos y tenemos un límite. Se notó el cansancio acumulado... Y aún sigo sin entender por qué no suspendiste desde el principio.

Eres el Maestro, y eso nada ni nadie lo cambiará. Tal vez sea criticada por este escrito, pero a pesar de todo, me consideraré siempre tu fan incondicional. Ojo, nunca fanática. 

Y ahora dime tú si se puede disfrutar de un show de 6 horas de duración, bajo miles de paraguas que apenas te dejan ver el escenario. Sintiendo la lluvia en cada poro de tu piel, y el frío que se te mete en los huesos. Creo que no...

A pesar de todo, feliz de volver a verte. De que nos despeines. De ver que me vuelvo a emocionar contigo. De compartir de nuevo mi pasión con él, mi amigo, mi confidente, mi compañero de vida...

Nos volvemos a ver el día 26 en Sevilla. De nuevo, con todas las ilusiones puestas. Seguro que será un sueño que vivamos juntos. 

Las locuras, que Tú me quieras regalar...

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Te fuiste para quedarte

El tiempo pasa apresurado siempre. No se detiene ni para mirar hacia atrás. Hay quién dice que todo lo cura, o en su defecto, te enseña a vivir con esas ausencias. Yo creo que ni una cosa ni la otra. Simplemente, te hace aceptarlo. Pero nunca se deja de echar de menos a alguien que se ha ido demasiado pronto.

Hoy hace un año de uno de los días más difíciles en mi vida. Del día que te fuiste, mi pequeño gran amigo. Aquella mañana se me clavaron mil puñales en las entrañas, y no me lo conseguía creer. Se que muchos no lo entenderán, pero me da igual. Quién no lo haga, es que nunca ha conocido el amor en toda su plenitud. El que te dan sin esperar nada a cambio. Y ese amor tan bonito es del que tú nos llenaste durante seis años. 

Te he querido y te querré más de lo que lo haré nunca a la mayoría de personas que han pasado por mi vida. Y es que aunque te marchaste hace 365 días, tú siempre quedarás. 

No hay ni habrá un sólo día en el que no nos acordemos de ti. En el que no mire hacia tu rincón con nostalgia, o espere llegar para volver a verte. Aún son muchas las veces que mis labios pronuncian tu nombre inconscientemente, pensando, aunque sólo sea por unas décimas de segundo, que vas a aparecer. 

Muchas veces me pregunto si sabrás cuánto te echamos de menos... Seguro que si, porque no concibo que haya un lugar mejor en alguna parte, sin los seres más nobles y buenos que existen.

Querido amigo, echo de menos tus besos en mi nariz, tus saltos en mis piernas o tus carreras por la alfombra. Echo de menos tu forma de tumbarte encima mía y de quedarte dormido, o tu manera de llamar mi atención cuando estaba haciendo otras cosas. Echo de menos tus ojitos saltones cuando olías el pan tostado que tanto te gustaba, o lo que corrías cuando nos sentías partir un trocito. El sonido que hacías al beber agua y lo nervioso que te ponías si se te mojaban los bigotes. 

Y sobretodo, echo de menos tu bondad. Ese sexto sentido que afloraba cuando tenía un mal día, para darme aún más cariño. Tu nobleza, que hacía que viera mejor las cosas buenas de la vida. Tu fidelidad, siempre ahí, en cada momento. Tu cariño incondicional. Echo mucho de menos tu alegría. Y la felicidad que nos regalabas en cada instante.

Hoy, y siempre...Te quiero, mi pequeño Polo.