miércoles, 14 de septiembre de 2011

Septiembre


Siempre he odiado este mes. Tal vez porque significaba la vuelta al cole, el olor a libro nuevo y a mochila cargada a la espalda. En cualquier caso, siempre es una vuelta a la rutina, a dejar atrás el verano, a acostumbrarse a que anochezca cada día más pronto. Eso no me gusta nada. Yo necesito el sol para vivir, cuantas más horas, mejor. Detesto que se haga de noche poco más allá de las cinco de la tarde... No es decente anochecer tan pronto. ¿Y de quién sería la brillante idea de atrasar el reloj para que aún anochezca antes? Que no me vengan con la milonga de que es por ahorrar luz, porque es tan deprimente esto, que igual nos lo tenemos que gastar en psicólogos para la depresión de días oscuros y grises.

También es un mes que siempre me ha provocado nostalgias. Es un mes de recuerdos, de despedidas. Siempre te vienen a la memoria, cómo si de imágenes del pasado se tratara, lo vivido en estos meses de verano, y a mi, al menos a veces, me da la sensación de que han pasado años luz de algunas vivencias, y son de hace excasas semanas.

Este año me lo he tomado de otra manera. Quizás porque he vuelto a sentir sobre mis pies descalzos la arena de la playa y las olas del mar, o sobre mi piel la brisa marina... ¡Echaba tanto de menos estas cosas! El caso es que Septiembre, este año, tiene otro sabor, otro color.

Es momento de reencuentros, de verte con gente que no has visto durante meses, y de comenzar nuevos proyectos. Creo que es el comienzo de un nuevo curso en muchos aspectos, de un nuevo año, aunque oficialmente no sea hasta el 1 de enero.

Es momento de comenzar a hacer realidad nuevos sueños...

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