Tal día como hoy, en 1836, nacía el más grande de los poetas. Era en el sevillano barrio de San Lorenzo, dónde vivió durante unos años. Después se trasladaría a Madrid para más tarde acabar en la imperial Toledo, ciudad que a buen seguro hoy en día le seguiría inspirando para escribir nuevas leyendas y componer nuevas rimas.
El maestro, el poeta, el romántico... Seguro que no se imaginaba que su obra iba a ser universal, admirada por todos. Por placitas como la de Santo Domingo el Real de Toledo, aún se respiran vivas sus rimas, aún se presiente su inspiración...
Y es que todo el mundo debería leer una de sus rimas cada noche antes de irse a dormir. Seguro que tendrían unos dulces sueños.
Bécquer, eterno Bécquer...
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
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