Cada vez disfruto más de las pequeñas cosas. Una puesta de sol que se te escapa entre los dedos, el sonido del agua cayendo en pequeñas cascadas por un río lleno de vida, o la sensación del aire rozándote la piel.
Y es que estoy convencida que la mejor película para nuestros sentidos, es la que cada día nos brinda la naturaleza. No hay mejor banda sonora que la que componen un montón de pajarillos revoloteando en campo abierto, o aquel ciervo que berrea exhausto intentando conquistar.
Este año ha sido tan diferente en todo, que tampoco he tenido la oportunidad de ver el mayor espectáculo de la naturaleza...Y se ha echado de menos, mucho.
No hay nada que me haga sentirme tan bien cómo el esplendor del campo, que me haga disfrutar tanto, desconectar, olvidarme del mundanal ruido...
Bendita Naturaleza...
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