martes, 6 de enero de 2015

Apuntes

Vuelvo a ponerme frente al teclado, tras mucho tiempo sin hacerlo. Prometí que escribiría más, y sólo quedo en uno de esos propósitos de año nuevo. Ni siquiera he hecho el típico balance este año. Unas veces por falta de tiempo, otras por no apetecerme...el caso es que van pasando los días y con ellos, las semanas, y estos paraísos cada vez tienen menos Luz. Tal vez porque siento que a mi se me apagó hace tiempo, y aunque intente negarlo, hay cosas que son evidentes.

Ha pasado la navidad, y hoy, día de Reyes es cuando vuelvo a retomar esta costumbre. No puedo prometer cuando será la próxima vez que lo haré, pero ahora estoy aquí y es lo que importa. Cuando este blog ha pasado a ser de los últimos en las listas de blogs amigos por no ser actualizado. Cuando algunos dejan de visitarlo a menudo para leerme o simplemente para curiosear un poco. Cuando muchos ya tachan los días de ensayos e igualás en sus calendarios...

Digamos que ha sido una navidad atípica. La primera sin mi pequeño gran amigo: mi Polito. La segunda sin mi amigo del alma y sin los recuerdos de mi abuela... Así que desde hace unos meses me prometí que haría todo lo posible por pasarla lo mejor que pudiera, y lo más importante, pondría todo de mi parte por hacer un poquito más felices a los de mi alrededor. A los que más quiero. Así que han sido meses intensos de preparativos, de un ir y venir de ideas, de ilusiones en la cabeza por un rarito de sonrisas con los míos. No fue perfecto, pero creo que algo conseguí.


Pero a veces te das cuenta que no todo lo que te haga ilusión a ti, tiene que hacérsela a los demás. A veces, esperas cosas que no deberías y es ahí cuando vienen las decepciones y los disgustos. La culpa sólo es de quien espera por no haber comprendido que para cada persona no son importantes las mismas cosas.

El año que se ha ido ha sido el año del antes y el después en muchos aspectos. Un año de gente que ha estado y estará siempre, pase lo que pase. Y un año de los que algunos han estado de paso. Y es que la vida y las circunstancias cambian, y a veces, las personas también. Y de repente, el que defendía con uñas y dientes el blanco, ahora es más del negro.

Un año en el que te das cuenta aún más, que la cercanía o la lejanía, no la hacen los km, ni el ver más a menudo o menos a alguien. Porque un amigo es aquel que aunque no comparta tus ideales, sabe lo importante que es algo para ti, y se preocupa por ello. Es quien te manda un mensaje sólo para preguntarte cómo estás, o el que hace por verte para darte una buena noticia y ver tu cara en ese momento. 

El que acaba de comenzar es un año que trae algunos sueños que se cumplirán. Un año de nuevas ilusiones y metas. De propósitos que espero no queden sólo en una lista. De seguir caminando, de la mano de los que permanecen al lado y tender la mía a quién lo precise. De seguir pidiendo fuerzas al cielo en muchos momentos y saber cogerlas para mantener el equilibrio cuando estás en la cuerda floja.

No me pongo grandes metas, me gusta ir día a día. Soy realista. Se que aún me quedan muchas lágrimas por derramar, que nunca dejaré de echar de menos (ni quiero hacerlo) Pero también se que no estoy sola. Y eso es lo que me da fuerzas para seguir luchando.

Me hacen feliz las pequeñas cosas. Un beso inesperado. Un abrazo largo. Un regalo hecho a mano, porque son los que llevan un trocito de corazón. Unas letras escritas con papel y boli. 

Me llena el alma la naturaleza. Respirar aire puro. El sonido del viento. Buscar la hora en la que el cielo dibuje sus mejores pinceladas entre las nubes. Y por supuesto...esos seres con pelo o plumas que tanta alegría me dan. Mis queridos "bichejos" sin los cuales no concibo la vida. Porque no piden nada...y te lo dan todo.  Por descubrirme la auténtica nobleza y enseñarme los valores de la bondad y la fidelidad sin decir nada.Por ese sexto sentido que tienen...

 Comenzó un nuevo año. Es tiempo de seguir tallando la Luz...


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