martes, 4 de enero de 2011

El antes y el después del belenismo: Antonio Vich















Y es que, al igual que los niños esperan con ese brillo particular en sus ojos y esa ilusión que rebosa en sus caras, durante toda la navidad, el día de los Reyes Magos, a nosotros nos pasa lo mismo con el belén del gran Antonio Vich, el maestro del belenismo en Ciudad Real. El que marcó un antes y un después, al menos en mi forma de ver un belén.


El belén de los Vich, bien se merece un primer premio cada año, pues es un auténtico deleite para los sentidos. Roza la perfección y el realismo en cada una de sus escenas. Esta familia, belenista de toda la vida, conserva una de las mejores tradiciones cristianas, pues esto del belenismo les viene de sus antepasados, mediante los cuales, han ido heredando figuras de Olot que conservan intactas con el paso de los años y colocan cada año con gran cariño y esmero. A estas figuras, se les van uniendo cada navidad, alguna incorporación nueva del magnífico José Luis Mayo, y entre unas y otras, todas hebreas y con la misma línea, dan un movimiento único a cada pasaje biblico, a cada escenario.

Cada detalle está cuidado con mimo y colocado con una elegancia que te cautiva. Los juegos de luces y sombras, la música, el olor a incienso, el buen gusto que predomina en todo el belén... Y sobretodo, el MÉRITO del trabajo realizado con sus propias manos. Cada casa, cada ventana, cada puerta, cada arco, cada puente, cada palmera... Infinidad de cosas que te hacen ver la diferencia entre "montar un belén" y "hacer un belén" y que te hacen comprender, por qué se puede llegar a tardar meses en el montaje de un belén de estas características. Y es que el belenista de verdad, es como el buen cofrade, que no se conforma con unos días al año para degustar y disfrutar de estas benditas tradiciones, si no que puede estar en el mes de Mayo (precisamente) tallando porexpan mientras escucha unas marchas.

Es por algo que siempre dejamos el belén de Antonio, para el último por ver. Porque es cómo esa "guinda" del pastel, cómo ese postre que te deja tan buen sabor de boca. Es cómo esa espera que desemboca en la dicha plena.

Y es que hay un rinconcito, entre Ciudad Real y Miguelturra, que, cómo diría Javi: "es el templo del belenismo en La Mancha" Es algo que tendríais que ir a ver todos, porque merece la pena esta catequésis biblíca en forma de belén. Para los que no lo hayáis visto este año, aquí os dejo unas cuantas fotografías de lo que he tratado de transmitiros en un puñado de líneas, pero nada cómo verlo en directo para que os trasmita de verdad esté monumental belén.

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