Y es que una Reina no merece menos. Por fin, la Luz, símbolo del Señor, cómo ofrenda que debe consumirse a tus pies, te rodea y hace que tus ojos brillen más que nunca. Hasta ahora, sólo podía soñarte, ahora también puedo disfrutar de la realidad, aunque hay quién me pellizca para que sepa que no estoy en otro sueño.
¿Se puede ser más guapa? Nunca cupo tanto AMOR en una fotografía, nunca desprendiste tanta MISERICORDIA cómo ahora con sólo mirarte a los ojos.
La Luz, mi materia prima, el sentido de todo... La LUZ del mundo nos regala momentos mágicos, que sin duda, quedarán grabados en nuestras retinas...
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