lunes, 20 de enero de 2014

Lo cotidiano

En estos días inciertos en que vivir es un arte, quisiera poder hablar, en libertad expresarme... Así comienza uno de los temas del gran grupo pucelano Celtas Cortos.

Decía, hace unos días en una de las redes sociales en las que todos nos encontramos más bien pronto que tarde, que no entendía el por qué del figuroneo y las ganas de protagonismo de la gente. Y es que es algo que nunca entenderé, y cada vez, que son más frecuentes estas cosas en unos y en otros, me cuesta más aún comprender.

Será que toda mi vida he apreciado más el caer del sol pintando de colores un atardecer, con buena compañía, que una comida en el mejor de los restaurantes. Será que desde pequeña me han enseñado el valor de las cosas, y sobretodo, el de las personas.

Lo bueno de haber pasado un año horrible, si es que hay algo bueno, es que te das realmente cuenta de los que están a tu lado y los que no. Mentiría si dijera que no me he sentido decepcionada por algunos de los que tenía en un buen pedestal y se han ido cayendo. Y es que me cuesta entender que haya quienes tengan tu teléfono, correo electrónico, etc, para intereses personales, pero no para preguntarte un simple "¿cómo estás?"

Me gusta la gente sencilla, la que su mejor traje es una sonrisa, la que te hace reír tan fuerte que se olvidan los problemas. La que se ríe de si misma, y no le importa lo que digan los demás. La gente humilde, que mira con sus mejores ojos, los que no necesitan disfrazarse de nada, ni aparentar nada. Los que sus mejores veladas son las que son en compañía de sus amigos, pero los de verdad, no los que les bailan el agua. Me gusta la gente que te valora por quién eres y no por lo que eres. Los que no se creen superiores. La gente sencilla, que no necesita adornar las palabras ni crear parafernalias para dárselas de nada. La que sabe bien qué es lo importante y no trata de hacerse ver más importante que nadie.

Me gusta la belleza de lo sencillo, de lo cotidiano, de lo común... 



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