lunes, 13 de julio de 2015

Capturando el Amor

El mes de mayo también trajo mucho amor a mi objetivo. Llegó de la mano de la amistad. Una amistad que celebra ya unos 19 años, y que se conserva intacta, creciendo con el paso de los años.

Cristian y yo coincidimos en el instituto allá por el año 96. Recuerdo que él se sentaba delante de mi en clase, y a menudo nos picábamos discutiendo sobre fútbol. Cómo olvidar su característico chándal de táctel con el escudo del equipo contrario al mío. Los cinco minutos de descanso entre las clases de "el Litri" y "la Breva" o de "Paquillo" y "La Pretty" daban para muchas conversaciones. 

Los fines de semana era visita obligada a Catedral, y no a rezar...Era el sitio de moda, regentado por su hermano y dónde él pinchaba la música que nos hacia bailar. 

Cristian es de esas personas nobles y buenas que todo el mundo quiere tener en su vida. Y aunque las nuestras cogieron caminos diferentes al salir de aquellas clases, siempre, de una manera o de otra, hemos mantenido más o menos contacto, pero sobretodo, el cariño que allí se forjó.

Hace unos meses me llamaba para comunicarme una gran noticia: ¡se casaba! y se le notaba tan ilusionado y feliz que enseguida me transmitió su alegría. Pero además de darme la buena nueva, quería que yo capturara con mi cámara aquel día tan especial.

Todo un honor para mi, que además de poder estar presente en el que sería el momento más importante de su vida, podría grabar para siempre toda su felicidad, y la de su pareja, Abigail. Alguien a quien, aunque no conozco tanto, si lo suficiente para poder decir que es tan buena persona cómo él. Una chica alegre y positiva, amable, y que sobretodo, le va a hacer muy muy feliz.

Y allí estuvimos el pasado dos de mayo. Un día que comenzaba temprano, en casa de él, con ese ir y venir por los pasillos de familiares cercanos, con esa sonrisa nerviosa y esa mirada brillante. Creo que su reloj se paró cuando la vio llegar a ella por el pasillo de San Pedro. Sencilla y elegante, irradiando felicidad con su sonrisa. Y tras la ceremonia, el arroz, la bienvenida a los invitados (algunos también antiguos compañeros de instituto) el banquete, y por último el baile. Guardando cada instante para hacerlo eterno.

Ahora que ya ha pasado todo, sólo puedo deciros GRACIAS, GRACIAS, Y MIL VECES GRACIAS. Por confiar en mi, por dejarme ser parte de vuestro precioso día y por vuestra buena disposición. Os deseo toda la felicidad del mundo, tanta o más cómo aquel día, y que siempre estéis tan llenos de LUZ.

Y que nuestra amistad siga brillando siempre.


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