miércoles, 7 de enero de 2009

Empieza la espera

Las calles son un contraste de un día a otro. La rutina vuelve y desaparecen los colores que han iluminado todo este tiempo nuestras calles. Las luces se apagan y los puestos ambulantes son desmontados hasta la próxima feria. Como el mimo de la foto, la ciudad se queda inmóvil durante unas horas, ya no hay nadie en los parques ni plazas a partir de ciertas horas, pues los niños empiezan el colegio y hay que irse pronto a la cama.
Para algunos ahora empieza esa dulce espera con olor a cuaresma. Esas vísperas llenas de pregones, conciertos, cultos, actos...Ese nerviosismo cofrade porque esté a tiempo ese nuevo estreno, por preparar con mimo ese altar de insignias o ese escenario dónde un valiente se dispondrá a subir al atril para gritarle al mundo el amor a ese nazareno o expresar cada uno de sus sentimientos en forma de prosa o verso. Son las pre- vísperas.
La ciudad pasa del color al blanco y negro, una tonalidad fría como los vientos que nos invaden, pero en la cuál siempre encontramos algo de color. Aún con la tristeza de guardar el nacimiento y los adornos o desmontar el belén que tantos meses de trabajo y esfuerzo nos ha costado, de despedir a los familiares que vuelven a su rutina madrileña hasta no sabemos que fin de semana o puente, ya pensamos en la semana grande, en nuestra hermandad o nuestras sagradas imágenes, que aún tienen el pesebre caliente y ya los vemos cargando una cruz o llenas de lágrimas. Todo por que ÉL vuelva a llegar a nuestras vidas y romper nuestras rutinas.



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