viernes, 23 de enero de 2009

¿Mala Suerte?

Dicen que hay días en los que es mejor no levantarse de la cama. Pues yo he tenido una semana para borrar del calendario. Parece que es cierto que cuando una cosa se tuerce, todo lo demás va detrás, que cuando algo va mal es solo el principio de que pueden ir mal muchas cosas. Nunca pensé que un blog personal, aunque público como éste me pudiera traer problemas, pero en el mundo hay de todo, y entre ese de todo hay gente MALA. Mala con mayúsculas. Gente que no sabe perder o tal vez se creen mejores que nadie y no aceptan cuando no lo son.
Nunca pensé que tener una preciosidad de mascota a la que mi propia familia pudiera fotografiar pudiera traerme algún problema, o pedirle fotos a algún buen amigo para hablar sobre lo que se me pasa por la cabeza y por el corazón en un determinado momento también pudiera hacerlo. Pero claro, tampoco piensas en que cualquier empleado de empresa te pueda tratar con un nivel superior al tuyo, que te juzguen en plan tribunal de la inquisición por el simple hecho de publicar unas fotografías que antes me hayan sido cedidas con el consentimiento de amigos y familiares. En fin, hay temas y personas de las que no merece la pena ni hablar, ni dedicarles más líneas de mi blog.
Aún me queda mucho por aprender, tanto en la vida, como en este maravilloso mundo de la fotografía, pero aún así, me considero buena, buena persona y buena en mi trabajo y gran pasión. Por supuesto no soy la mejor, tengo mil fallos, y aunque llevo 9 años ya viendo el mundo a través de un objetivo, aún soy una novata en esto.
Gracias a Dios, hoy ha tocado fin esta máldita semana. Acabé mi curso y mis prácticas en Daimiel, y ya tengo un título más que quizás me valga para algo. El lunes empiezo otro con bastante ilusión.
Pero antes de tocar fin esta semana, sabía que aún me quedaba algo por pasarme, y no se ha hecho esperar. A las 8 y media de la mañana, cuando iba a mi último día de curso, a por mi diploma, me caí por las escaleras de mi portal, estaba todo mojado y me escurrí. El leñazo ha sido impresionante, y el dolor en las manos al sujetarme, también.
En fin, que tengo ganas de darle la espalda al mundo, de no salir de mi caparazón y de que deje de llover de una vez en mi vida. Me refugio tras un paraguas, que aún protegiendo la mayor parte de mi vida, no puede evitar que me salpiquen las gotas que con fuerza golpea el aire. Hay gotas que se empeñan en mojarte y cuando te das cuenta, aún con un paraguas enorme, estás empapad@ hasta lo más profundo de tu corazón. Gotas con forma de lágrimas, de sudor, de esa lluvia tonta que poco a poco nos va calando los huesos y de una forma inesperada nos cala también hasta lo más profundo de nuestras almas.
No creo en la mala suerte, pero si en las malas personas. En esas que hacen que tu cielo se cubra de nubes grises y un día empiece a llover y no pare. No soy superticiosa, me encantan los gatos negros, me da igual si se me cae la sal o si alguien abre un paraguas en un sitio cerrado. Sólo creo en las personas.
Por suerte, aún me queda una familia maravillosa, unos amigos geniales, un novio estupendo, y una mascota a la que adoro más cada día. Gracias a todos por ser mi paraguas en estos días de lluvia.


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