Consolación buscaba...
Y Consuelo encontré
Sabor agridulce de miércoles santo. Sabor a regreso, a vuelta, a un querer y no querer volver a casa. Atrás quedan días de nerviosismo, de ilusión, y la maleta un poco más vacía de la magia que ya has vivido. Allí, en el barrio dónde casi comenzó todo, también acabó nuestra gloria en tierra de María Santísima. Delante de aquellos ojos azules de la Virgen de la Consolación... tan especial para mí desde aquel otro miércoles santo. Un palio que se aleja al son de campanilleros, y yo... ironías de la vida, pidiéndole Consolación a Ella, en medio de una tremenda Sed.
Y de nuevo, sin esperarlo, aparece en mi vida el Consuelo, y ya van unas cuantas veces en pocos meses. Resplandeciente cómo el sol, aquel sol que sale a saludarla con sus últimos rallitos del día. "Esto si que es una bienvenida a casa" - me digo para mis adentros- y sigo soñando con la dicha de seguir en una tierra llena de magia, mi tierra. Dicen que hasta la Puerta de Toledo le tiene celos, y por eso se empeña en ir tan cerca suya. Y así, la Dulcinea de mi ciudad, apareció en mi sueño, sin quererme despetar...
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