Este año mi objetivo no captará los colores del verano. No se llenará de la Luz de la cultura, de la tradición, de la ilusión de un grupo arraigado en nuestra ciudad para llenarla de magia durante unos días en el mes de julio. No habrá que jugar con la velocidad de obturación para congelar ese salto de apenas unas décimas de segundo, ni calcular el diafragma para obtener la mejor iluminación posible.
Este año, el auditorio de la granja llora de tristeza al encontrarse vacío en unas noches en las que se llenaba de vida. Las sonrisas nerviosas de unos, las caras de ilusión de otros, los últimos retoques entre bastidores, aquel baile en que alguien se equivocó y solo se dio cuenta él...
Parece mentira que todo esto, hoy, solo sea una bonita historia. Un puñado de anécdotas con sabor a nostalgia. Unos cuantos recuerdos en un cajón.
Hoy, me uno a los sentimientos de mis amigos de Mazantini que a buen seguro estarán a flor de piel en estos momentos. Gracias por seguir fomentando nuestras tradiciones que también son cultura, por no rendiros, por vuestra ilusión y vuestro esfuerzo, que estoy segura, al final, se verá recompensado.
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