viernes, 12 de septiembre de 2014

Valorar el trabajo

He mantenido varias veces esta conversación con alguien. Esta mañana mismo, era la última de ellas con uno de mis mejores amigos. Incluso creo que también he escrito alguna vez sobre el tema por aquí. Pero quizá, hasta hace relativamente poco tiempo, no me di realmente cuenta de que si no valoraba yo mi trabajo, no lo haría nadie. Y decidí echar el freno. 

Hasta hace un par de años, quizás la fotografía cofrade, me llenaba bastante, y además, la complementaba con otro tipo de fotografía. Pero como habréis observado los que me conocéis, cada vez son más escasas mis fotografías de este tipo, tanto en blogs, como en redes sociales, como en webs...Simplemente, dejé de disfrutar con ella, y empecé a aburrirme. Tal vez por los sinsabores de ese mundillo, o tal vez, por la monotonía de ver siempre las cosas más o menos igual. El caso, es que el día que empecé a ver como una obligación el acercarme a tal o cual iglesia, y dejé de tener ilusión, decidí que había llegado el momento de dejarla a un lado y realizar reportajes de temas que realmente me llenaran, o al menos, en los que mi trabajo se viera compensado.

Porque no olvidemos, que si, es un trabajo, aunque a la mayoría os cueste verlo así, y pensáis solo en la fotografía como afición. Algunos nos hemos molestado en aprender, en tener un título, unos conocimientos, por no hablar del dineral que se va en material. ¿Alguien ha pensado alguna vez en el tiempo de vida que tiene un obturador? Pues cada vez que aprietas ese botón, estás restando vida a tu cámara. Suelen estar programadas para unos 100.000 disparos, ahora algo más. Cuando ese pequeño instrumento falla, el poner un obturador nuevo, no es barato precisamente. Y os lo cuento porque me pasó con mi antigua cámara no hace mucho. Mi querida 30 D se pasó la mayor parte de su vida, encuadrando cultos, salidas penitenciales, cambios de vestimentas de titulares... Nunca supe decir que no cuando me llamaba alguien para subirme a una escalera a realizar un reportaje de su titular, o del altar que habían montado con el motivo X. Hasta que se le paró lo que yo considero el corazón de la cámara. Por supuesto, hubo trasplante, y ahora "ha vuelto a nacer" jeje. 

Claro, que la culpa la tuve yo, y nadie más que yo. Al regalar mi tiempo, mi esfuerzo, mis horas de procesado, mis fotografías en cd a máxima resolución...Nadie valoraba de verdad ni se paraba a pensar, en todo el trabajo que llevaba detrás.Si no lo hacía yo... ¿Cómo lo iban a hacer los demás? No puedo culpar a nadie.


Pero llegó un día en el que me sentí demasiado cansada para todo esto, y decidí realizar este tipo de fotografías solo cuando a mi me apeteciera, o al menos, me compensara de alguna forma realizarlas. Entonces, para algunos quizás dejé de ser buena. Me cansé del "Qué buenas son tus fotografías, mientras sean gratis, para pagar un reportaje, ya llamamos a otro" Que por supuesto, nadie me lo dijo nunca, pero en todos estos años, he visto demasiadas cosas. Y yo, que siempre he ido con mis mejores intenciones, y he estado ahí cuando se me ha necesitado, sin poner una mala cara, sin pedir nada...Me he cansado de que se rían. Simplemente.

Y no solo en lo cofrade ocurre, ojo. Pasa en muchos ámbitos. Ahora todo el mundo es fotógrafo. Nos echamos las manos a la cabeza si alguien dice que es historiador, médico o profesor, si no tiene estudios sobre ello. Pero fotógrafo...fotógrafo puede ser todo el mundo. 

Están los fotógrafos de redes sociales, como instagram. Hago una foto normalita con el móvil (el día que con una cámara de fotos se pueda llamar por teléfono, quizás un móvil dará calidad en las instantáneas que tome) le aplico un par de filtros, y ¡zas! Fotaza

Luego están los que se compran una cámara medio buena, disparan en automático (y en algunos casos, mirando por la pantallita y no por el visor) y también son fotógrafos.


Si te pones a valorar económicamente el equipo, ves que te ha costado muchas horas de trabajo el poder tener algo decente en tus manos. Lentes, cuerpos, flashes, trípodes, filtros, mochilas, disparadores, grips, memorias...Y todo eso, sin contar el tiempo que le dedicas a aprender nuevas técnicas, o el que has dedicado en tal o cual reportaje. Porque no nos olvidemos, que no es solo apretar un botón, como he dicho, lleva mucho delante, durante, y detrás de apretar el disparador.

Luego hay otro tema que me mosquea soberanamente. Los concursos. Hay concursos en los que el premio es ¡Sacar tu fotografía en una portada o un cartel! Y yo me pregunto ¿dónde está el premio? Ojo, que todos hemos aceptado esto alguna que otra vez, por la ilusión que te hace al principio. Pero pensemoslo bien. Tú te molestas en realizar una buena fotografía. Buscar ese momento en el que el encuadre es especial. Medir la luz. Cargar a tus espaldas con tu equipo durante X horas. Descargarlas al ordenador. Procesarlas. Seleccionar las que te gusten. Ir al laboratorio a llevarlas para positivarlas. Volver a ir a recogerlas (contando con que estén bien de color y calidad y no tengas que volver a ir, que también pasa algunas veces) Prepararlas para el concurso en cuestión: comprar el soporte que te exijan (cartulina, paspartour, foam...) Romperte la cabeza buscando títulos o lemas. preparar sobres con datos, enviarlas...Y esperar al fallo. Y eso, sin contar la parte económica que te cuesta, que precisamente baratas no son las ampliaciones. Todo eso compensa para ver tu foto en un cartel o una portada? Eso si, en la mayoría de casos, la asociación organizadora, se hace con un pedazo de archivo fotográfico GRATIS, a costa tuya y de otros compañeros.

(Fotografía de Rubén Marín)

Pero esto no es lo peor de todo, amigos. Lo peor es cuando caminando por la calle, ves de lejos una foto que te suena en algún escaparate. Te acercas, y lo certificas: es tuya. Por supuesto, no va firmada, y mucho menos, te han avisado ni te han pedido permiso para sacarla en tal o cual cartel. Si, estas cosas pasan, lo se por experiencia. Y no solo en escaparates, hoy en día, internet es una gran herramienta, y por desgracia, también para este tipo de cosas. Cuántas veces me habré encontrado yo mis fotografías en páginas que ni sabía su existencia, con mi firma o logo fusilado, y en alguna ocasión, incluso, poniendo otro en su lugar, y atribuyéndose la autoría. Y hasta que no les pones las cosas claras, no cogen y las quitan, y en pocos casos dan una explicación, o publican que las fotografías eran tuyas.

Se que me he alargado quizás con el artículo, pero hacía tiempo que tenía ganas de escribirlo, y eran muchos los puntos que quería tratar. Si has llegado hasta aquí, gracias. Quizás ahora, cada vez que veas a alguien realizando fotografías, pienses en todo lo que lleva detrás. Y si te dedicas a la fotografía, sea del tipo que sea, seas más aficionado o más profesional, por favor, ¡valórate! Si no lo haces tú, nadie lo hará por ti.

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