Prometo haber contado hasta diez, cien y mil antes de ponerme a escribir esta entrada, que no hablará de una cosa en concreto ni personalizará, si no de varias reflexiones que pasan por mi mente últimamente.
Antes de nada pido perdón por la extensión que presiento que va a tener este artículo, pero son varias cosas las que quiero decir, al que no le interesen, con darle a la x de la ventana será suficiente.
Los que me conocéis sabéis que siempre me he caracterizado por decir lo que pienso y siento en cada momento, aunque eso a veces me haya traído problemas. Soy una persona clara, sincera, sin miedo a lo que los demás puedan pensar de mí cuando expreso mis sentimientos o mis ideas. Si no, no hubiera abierto nunca este blog, que considero tan personal y tan mío. Eso sí, siempre he intentado aportar mis opiniones desde el RESPETO y la EDUCACIÓN, cómo intentaré hacer ahora también, y espero conseguirlo.
Mi primera reflexión va referida a la maravillosa era de la fotografía digital. Hace unos años era impensable que todo el mundo tuviera siempre a mano una cámara de fotos, o en su defecto, un móvil con cámara integrada. Antes tardábamos días en revelar nuestros carretes y tener en papel las fotos. Ahora en apenas minutos, podemos enseñar públicamente en cualquier medio una fotografía que hayamos realizado. Esto que puede parecer una ventaja a simple vista, a veces es un poco perjudicial, pues por las prisas de subir algo a la red y que lo vean los demás, nos olvidamos del proceso de revelado (aunque sea digital, también lo tienen) y de selección. Creo que cuando se sube una fotografía a la red, independientemente del tema que trate, se debe cuidar minuciosamente su contenido, y no publicar cualquier cosa a la ligera, porque a veces, podemos caer en el error de perjudicar algo que queríamos ensalzar. También quiero hacer hincapié en el uso del flash en las sagradas imágenes. Creo que no nos dan una visión clara de la realidad, pues las convierte en “muñecas de porcelana”, si se me permite la expresión, cuando apuntamos directamente con el flash al rostro de las mismas. Los colores no son reales, y nos hacen confundir la realidad. Lo mismo pasa cuando con nuestras compactas o móviles acercamos demasiado el objetivo a Ellos. Este tipo de lentes distorsionan mucho el objeto a fotografiar, llegando incluso a deformarlo a veces. ¿Os imagináis que fuéramos a hacernos unas fotos de carnet y el fotógrafo nos pusiera el objetivo a escasos cm de nuestra cara? Seguramente no nos gustaría cómo saliéramos, y le haríamos repetir la sesión. Lo mismo pasa con nuestros titulares. Por favor, cuidar con mimo cada imagen que subáis de Ellos, merece la pena tardar 5 minutos en hacer una selección de nuestras fotografías. Tener en cuenta que es una imagen que se da a cualquier persona del mundo que entre en nuestro blog, web, red social… Y que conste que personalmente, cada vez me agrada más visitar muchos blogs y webs y ver con qué gusto suben sus fotografías. No hace falta tener una gran cámara, ni siquiera unos conceptos básicos de fotografía, solamente saber elegir con delicadeza lo que subimos. Hasta ahí mi primera reflexión, que hace tiempo tenía ganas de escribir.
La siguiente reflexión no sé muy bien cómo enfocarla. Es un poco general, y trata sobre las críticas. A nadie nos gusta recibirlas, es cierto, aunque en frío pienso que son necesarias y nos hacen mejorar, siempre que sean constructivas. El problema viene cuando no se ve, por mucho argumento que te empeñes en dar y explicar, lo constructivo de la situación y se toma la crítica cómo una ofensa personal. Se dice que se forma mucho revuelo cuando algo no gusta, o que se está mirando con lupa. Puede que sea cierto, pero el revuelo a veces no viene de aquellos que argumentan con sobrados fundamentos su crítica o simple opinión. El revuelo se forma cuando el receptor no sabe aceptar ni entender el argumento del emisor. Esto da lugar a la demagogia y al sentirse ofendido, sin poder ver más allá de uno mismo.
El revuelo no se forma cuando se ensalza el bien de algo, cuando se hace eco del buen gusto, de la elegancia… Entonces se guarda silencio… Me pregunto, pues, quién forma el revuelo? Quizás a veces se da por hecho que todo se hace bien y ahí esté el error. No lo sé. O quizás siempre se ha hecho todo tan bien que cuando se cambia el rumbo produce cierto desconcierto. Recuerdo cuando iba al colegio y siempre existía el típico/a empollón/a de la clase. Nunca sorprendían sus sobresalientes, sólo si alguna vez bajaba la nota. Mi hermana era una de esas empollonas. Me sentaba fatal cuando venía y decía: “me ha salido fatal el exámen, suspendo seguro” Y luego sacaba un 9 ó un 10… Nunca dejó de tener buenas notas por sorprender a los demás. Ahí está a día de hoy la prueba…Igual que creo que mi querido Barça no dejará de ganar títulos porque se aburran de ganar siempre.
Yo soy muy crítica conmigo misma y con mis cosas. Hay veces que veo horribles fotos que los demás dicen que les encantan. Me pasa también con mis escritos o con otros trabajos. Puede que guste una cosa, pero hasta que yo misma no la veo perfecta a mis ojos, no me gusta exponerla. Y aún así, siempre tendrá fallos de los que no me haya percatado.
Los que tengo la suerte de tener cómo amigos, me conocen bien, y saben que siempre diré las cosas cómo las piense, tanto las que me gusten cómo las que no. Pero también saben que las que no me gusten las diré desde el cariño, porque si algo no me importase, simplemente pasaría de largo. Con los amigos de verdad no hay lugar a las malas interpretaciones. Por eso estoy tranquila. Tener la confianza y complicidad suficiente para decirle a alguien que algo no te gusta y saber que va a escuchar tus argumentos y por qués, es un regalo. El que no sabe escuchar, no entenderá nunca un argumento. Al que le caes bien porque siempre dices lo bonito de las cosas, no será nunca capaz de ver un solo error.
En otro orden de cosas, me llama la atención en este mundo cibernético aquellos que tiran la piedra y esconden la mano. Sin decir las cosas claras, sólo lanzando indirectas. Yo, cómo ya os he dicho, soy demasiado clara, y no me gustan esas cosas. Cómo tampoco me gusta que alguien se de golpes de pecho por colaborar puntualmente con una buena causa. No me gusta que se censuren comentarios cuando algo queda en evidencia, ni me gusta el que se cree con poder de la verdad absoluta. Admiro a aquellos que son capaces de organizar actos benéficos para ayudar a quienes más lo necesitan, ojalá cada mes tuviéramos un acto dónde se nos diese la oportunidad de ayudar al más débil. Al igual que admiro esto, detesto al que limpia su conciencia con unos pocos euros que lleva en el bolsillo, y que me pregunto, si en vez de el acto X fuera el acto Y , colaboraría igualmente. Y me pregunto esto, porque creo que no hay que ser buenos sólo un día al año y criticar al que a nuestros ojos no lo ha sido por no acudir a ese acto. Hay que ser buenos, o al menos intentarlo, siempre, y colaborar más allá de un acto, y sobre todo, no JUZGAR tan ligeramente a veces a las personas ni dudar de su bondad ni de su caridad.
Hasta aquí mis reflexiones. Espero haber cumplido mi cometido de hablar desde el respeto y la educación, con eso me daré por satisfecha.
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