Podrían ser unas fotos más, de oficios artesanales, dónde solo destacar el sabor al trabajo añejo que tan difícil es ya de encontrar. Pero se trata de algo más. Y es que la persona que empuña el martillo, es uno de esos regalos que nos brinda la vida a lo largo del camino. Es un hombre al que la palabra BONDAD se le queda pequeña. Es alguien que cada día se viste de humildad y en quien la sencillez ha encontrado un compañero inseparable.
Dicen que la cara es el espejo del alma, y desde luego que no se equivocan, pues nobleza es lo que refleja su rostro. Siempre dispuesto a enseñarte, a ayudar...Con esa timidez que le caracteriza. Y sé que se ruborizará al verse aquí y leer estas líneas, pero mi blog, al igual que mi vida, es para aquellos que merecen protagonismo.
Gracias siempre, Manolo, Victoria, Manuel y Lucía. Por abrirnos las puertas de vuestra casa desde el primer momento sin dudarlo. Por la confianza, por la amabilidad. Y por ser ejemplo de FAMILIA.
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