Ayer nos despertábamos con la triste noticia. Nos dejaba uno de los grandes. Alguien que marcó la infancia de muchos de nosotros, que le puso la banda sonora. Alguien que hizo que el concepto de circo fuera sinónimo de sonrisas, de felicidad y no de saltinbanquis cruzando una cuerda o domadores de animales que deberían estar en libertad.
Miliki, mi payaso preferido, nos dejaba y aún tengo la congoja al escuchar sus canciones, miento si digo que no se me saltan las lágrimas. Y es que la infancia es lo más bonito que tenemos. Es dónde nuestros valores empiezan a crecer. Dónde todo lo que nos enseñan lo absorbemos como esponjas.
Pero Miliki nunca morirá.Será eterno. Y será eterno porque miles de niños, como mi sobrino, de sólo año y medio, siguen canturreando sus canciones. Porque el Feliz en tu Día siempre estará presente en los cumpleaños, porque el ratón de Susanita seguirá haciendo de las suyas, y porque Don Pepito volverá a pasar por casa de su abuela. Porque lo que améis en el tiempo siempre quedará...Quedará cuando no estemos. Quedará cuando no estéis...Quedará la música.
Miliki fue una fábrica de sonrisas. De felicidad, y no hay trabajo más bonito que ese. Mis tías me enseñaron sus canciones, las que hoy seguimos cantándole al pequeño de la familia. Y eso nunca morirá. Aunque nuestros corazones de niños hoy lloren, seguro que desde el cielo sigue alegrando muchos corazones.
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