Se vuelve a repetir el rito. Mis labios esperan el roce de tu pie para empezar a saborear la dulce miel que nos dejas a tu paso. La grandeza de lo sencillo. La fila de devociones aguarda ya en ese templo de mármol frío y acogedores momentos. Hoy es el día, pero sobretodo, hoy es la noche ¡y qué noche!
Será diferente, difícil en algún momento, con la ausencia del que llamaste a tu lado, pero con la presencia de su alma. Se que sus besos este año, también irán a Tus Pies, más que nunca si cabe. Los nervios se apoderan del ambiente, el sueño comienza a vislumbrarse, y esa ilusión en las caras que refleja la grandiosidad del momento.
Parece que ya es la hora...
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