lunes, 18 de marzo de 2013

La Luz de aquella noche


A veces el cielo nos envía cosas que no llegamos a entender.Se nos rompen los sueños, se resquebraja la ilusión, y la desesperación se apodera de nosotros. Y es que nuestra humanidad nunca estará preparada para ciertas cosas, ni las podremos comprender.

Pero hay una noche al año en la que el tiempo se detiene. En la que no importa si hay nubes o el cielo está raso. Hay una noche en la que sólo se respira una palabra: HERMANDAD. Más allá del día en el que todo culmina, las vísperas tienen ese pellizco de magia que nada podrá robarnos. Y al final es lo que te queda, lo que permanecerá grabado en tu alma para siempre. Porque el tiempo hará difuso el recuerdo de la marcha que sonaba en tal o cual revirá o los estrenos que lucían ese día. Pero en tu corazón siempre permanecerá nítida aquella imagen a la luz de la cera, aquel abrazo culmen del trabajo bien hecho, o aquella mirada serena regalando paz. Y nítida permanecerán aquellas risas entre el cansancio de las horas que avanzan, aquellas ganas, aquellos momentos. 

Porque hay una noche al año en la que lo que más importan son las personas, la unión que se hace más fuerte año tras año, los vínculos que se crean bajo su mirada. Hay una noche al año en la que todos cogemos su Cruz...Y le seguimos. Y esa noche es la nuestra, por encima de protagonismos, de alardes...La intimidad del majestuoso templo te sobrecoge el alma y sólo sientes su presencia. Porque hay días oscuros, pero noches llenas de LUZ.

Y eso es lo que te queda al fin y al cabo. Los recuerdos que las nubes jamás podrán empañar.

No hay comentarios: