sábado, 22 de febrero de 2014

In Memoriam

Aquí estoy otra vez, amigo. Frente a mi, la pantalla en blanco, y un montón de desordenados pensamientos. Me dice el reloj que ha pasado un año de tu marcha, y debe ser que a mí se me paró el tiempo, porque aún tengo fresca tu mirada clavada en la mía. Aún escucho tu voz contándome emocionado las historias de tu tierra, o las anécdotas de aquellos que tú considerabas elegidos, y que en verdad lo eran.

365 días con sus 365 noches. No ha habido uno sólo en el que no te haya tenido presente. Algunos, con una sonrisa en los labios, recordando inolvidables momentos. Otros, con la amargura de saber que no volverán. Y muchas, muchas noches llorándote. Será que la almohada es nuestra más paciente consejera.

Hoy se que no puedo seguir buscando respuestas que no encontraré jamás. Que seré incapaz de entender el por qué de tu pronta marcha. Y se también que cómo tú decías, mientras estemos aquí, hay que intentar disfrutar cada momento y hacerlo único.

Pero hoy afloran los recuerdos, amigo mío. Y me acuerdo de aquel amanecer en el que tus ojos brillaban más que el sol. Y recuerdo también los atardeceres, corriendo para captar las mejores pinceladas en el cielo. Y las noches que daban paso a madrugadas entre buenas conversaciones, risas, y a veces también, lágrimas. ¿Y sabes también que me viene a la memoria? una noche mágica, en un balcón desde el que se divisaba la misma gloria, estoy segura que tú también la guardaste en el cofre de los más preciados recuerdos.


Querido amigo, se que lo que más te gustaba era vernos sonreír, pero hoy al menos, déjame llorarte. Hoy, cuando toca prepararte tus flores preferidas y postrarse ante ti, déjame decirte que te echo de menos, no igual, si no más. Déjame decirte que te sigo necesitando, que me encantaría poder contarte mil cosas, que daría lo que fuera por seguir compartiendo secretos, confidencias, sonrisas, abrazos, momentos. Que desearía que siguieras aquí para que me siguieras chinchando o para seguir compartiendo salidas al campo, entre obturadores, diafragmas y patos. Que ojalá siguieras viniendo a casa a practicar photoshop y que al irte me mandaras un mensaje pidiéndome que me asomara a la ventana y mirara el arco iris que se dibujaba en el cielo, mientras abajo, en tu cara, se dibujaba una sonrisa y un guiño. 

Y si algo alivia o consuela un poco la amargura de no tenerte aquí, es saber de la Paz con la que te marchaste. Es pensar que ya disfrutas del paraíso que tanto anhelabas. Es saber que sonríes desde algún lugar.

¿Y de verdad ha pasado ya un año? Creo que el tiempo sólo es un estado mental...Porque yo te seguiré llevando conmigo cada día, amigo mío. Ya sabes que hay cosas que NADA podrá llevarse.

Te sigo queriendo, y siempre lo haré.




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