jueves, 4 de junio de 2009

Gripe...


Lo bueno de tener un gripazo de tres pares de narices (nunca mejor dicho) es que al llegar a casa no huelo el horrible olor a puro que se ha estado fumando mi padre antes, como ha cogido la fea costumbre de hacer cada noche, tenga ya o no, algo que celebrar, descanse o no, en casa o en el polígono... Lo malo es que no tengo a mi abuela como cuando era pequeña, para hacerme un rico zumo de naranja y llenarme de vitaminas.

La tele no es acta para hipocondríacos, y yo, para variar, me tengo que pillar la gripe ya con todo el calor, y es que hacía lo menos ¡dos meses! que no me ponía mala.
No se si tengo frío o calor, me abrigo y a los dos minutos estoy afixiada, y otra vez a quitarme ropa, y asi... es un circulo vicioso. Me siento débil, frágil, y lo veo todo de color gris oscuro.

Mis ojos lloran hasta sin tener un por qué, y también brillan sin tener una ilusión para hacerlo. Tal vez, sean el fiel reflejo de mi alma, o tal vez, solo es, que en un día como hoy, no he visto la luz del sol, y mi sonrisa se esconde.

Hoy solo puedes ver el brillo de los ojos de una niña frágil...




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