Y es que aunque a él no le gusta la palabra, no la hay cargada de más ternura y cariño. La suerte de ser abuelo joven, y el privilegio para los que hemos tenido el lujo de disfrutar de nuestros abuelos cargados de energía, de fuerza, de ilusión. Una alegría que nunca se apaga, una ilusión que crece más con los años. La suerte del niño que crece entre unos mayores muy jóvenes, entre bisabuelas, abuelas, tías que podrían ser primas, primas que podrían ser hermanas...
Y en apenas un año de vida, se ha convertido en el protagonista de esta familia. Su abuelo ya sueña con pasear con él por su amada naturaleza, en enseñarle cuando bajan los venaos del monte o en cantar los goles del Atleti, o mejor aún, de España.
La infancia... que consigue hacer aflorar los sentimientos que estaban mejor guardados, llenándolos de ternura, de vida, de alegría... Infancia bendita que hace que nuestros corazones sean aún más jóvenes.
Y la complicidad que ha firmado un pacto entre nieto y abuelo, para ser por siempre eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario