Impaciente por verte fui a buscarte la tarde antes. Allí estabas, aguardando la gran cita, ultimando los detalles que tanto nos gustan a Ti y a mi. Me fui con una sonrisa en los labios, sabiendo que solo quedaban unas horas para nuestro encuentro. Recorrí algunas callejas, pensando en lo que se aproximaba. Y dormí feliz, con el nerviosismo típico de la víspera de algo importante. Amaneció en incertidumbre, pero no quería mirar hacia arriba. Eras Tú quien te encargabas de hacerlo siempre. Me arreglé, me vestí con la mejor de mis sonrisas y ese brillo en los ojos que solo resplandece cuando tienes la ilusión puesta en algo grande. Era el día.
Entre el gentío característico, fui caminando hacia esa placita dónde siempre nos encontramos, a la vera de Tu casa. Te esperé, en la misma esquina de siempre. Se escucharon de nuevo esos sones de Reyes, fieles también a su cita. Todo era igual, como cada año, como cada domingo mágico. Nada me hacia presagiar lo que venía...
Llegó la hora, y me extrañó que no asomaras ya, pues siempre eres tan puntual...El sol brillaba entre algunas nubes, nada fuera de lo normal. Pero Tu puerta permanecía cerrada y la sensación de nerviosismo se empezaba a apoderar de mi. Malos presagios flotaban en el ambiente. Pasaban los minutos y todo seguía igual...
Y no pudo ser. Me tuve que marchar sin verte, con el corazón encogido de la ilusión que se evapora. No había dependido de Ti ni de mi, simplemente, había pasado. Me di cuenta enseguida que no era la única a la que invadía la tristeza. Quizás esa promesa hubiese comenzado ya...Antes de lo que teníamos previsto.
Tú y yo sabíamos que este año era especial. Que era diferente por algún motivo. Sabíamos que el año que viene nuestra cita no sería igual. Que no te veré mirando al cielo ni en aquella placita...Te veré de distinta manera, igual que te vi revestido de Amor en la impresionante noche. No acudirás a la misma hora, ni con los mismos sones. Pero los dos sabemos que estaremos. Y que aunque sea diferente, será especial. Los dos sabemos que el motivo bien lo merece.
Mientras tanto, volveré a llamar a Tu puerta pronto, a verte en la intimidad, sin gentío, sin aquellos sones que tanto nos gustan a los dos. Volveré a verte en el recogimiento, en el corazón de aquel barrio humilde. Volveré...y serás Tú quien me espere.
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