sábado, 3 de marzo de 2012

Cuando la Luz se convierte en Tinieblas



Otra vez, volvimos a ilusionarnos. Tú, por borrar tus lágrimas. Yo por no ver más veces cómo las espinas se clavaban en tus frágiles manos. Volvimos a imaginar, a creer que brillaría la Luz, que llegaba por fin el momento. Pero la Luz solo ha sido un espejismo, acaso unos leves instantes en los que la mecha no llegó a prender siquiera. Te miraba a los ojos y soñábamos con todo aquello. Tu mirada de miel volvía a transmitirme esa ilusión perdida y anclada en el pasado. 

Pero una vez más... No pudo ser. Hoy te vuelvo a mirar, avergonzada de ver las espinas aferradas más fuertemente que nunca a tus dedos. Avergonzada de no haber podido despojarte de ellas. Tus lágrimas me saben más amargas que nunca, se hacen mías y siento la impotencia de no haber podido... 

Hoy me cuesta mirarte de nuevo a los ojos y de mis labios solo sale una palabra: PERDÓN. Siento tanto no haber podido quitarte esas espinas...

Hoy besaré tu mano, como cada marzo. Rozaré el cielo en apenas un segundo, y en el trazado de una estrella fugaz, volveremos a soñar.

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