Y es que a veces las cosas que más cerca tenemos son las que a menudo, más desapercibidas pasan ante nuestros ojos. Por eso fue Él quien quiso llevarnos de su mano a recorrer la Civita Regia, a enseñarnos el perfume del azahar de los Remedios y el añil del Perchel, a que descubriéramos la primera flor de la temprana primavera, a que conociéramos más de cerca al apóstol joven repartiendo solidaridad, y a postrarnos ante una Madre, la Suya, la Nuestra, de joven mirada y Misericordia infinita...
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