A veces no nos damos cuenta de lo arriesgado que puede llegar a ser trabajar para una hermandad. Montamos, desmontamos, pinchamos claveles sin mirar si el pincho está oxidado o si somos alérgicos al polen, si nos podemos intoxicar con el limpia-plata o si está muy alta la escalera. Y sin duda, el trabajo más "peligroso" en una hermandad es el de los priostes, muchas veces tan poco valorado por todos.
Por desgracia, ayer uno de estos priostes de los que hablo, y ante todo, una buena persona (que es lo mejor que se puede decir de alguien) sufrió un accidente mientras realizaba, ni más ni menos, que el trabajo que le había sido encomendado en su hermandad.
Moyano es una persona humilde, tímida, con la sencillez que caracteriza al que hace su trabajo callado, siempre pensando únicamente en su amor a su Virgen del Consuelo y al Señor de la Bondad. Como el dice, fue Ella quien le extendió el manto para que el asunto no fuera más grave.
Es fácil escribir en foros o blogs tras el anonimato. Es fácil ponerse una corbata un día clave y figurar. Pero trabajar por una hermandad no es un trabajo fácil, y llegamos incluso a poner en juego nuestra vida apenas sin darnos cuenta en algunos momentos.
Trabajar por una hermandad es de COFRADES, de los que miran con el corazón a su Madre y se dejan la piel sin pensar en ellos mismos. Y Moyano es un COFRADE de los que todos quisiéramos tener en nuestras hermandades.
Que esa última Luz que ilumina de cerca al Consuelo, vuelva a brillar otro miércoles santo más.
MUCHO, MUCHO, MUCHO ÁNIMO, MOYANO
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