Sorprendes, un año más, desde tu sencillez majestuosa al fondo del templo. Abrazando una cruz de Hermandad que mira hacia el cielo, nos recibes esta vez. Con la humildad del Dios hecho Hombre, despojado de toda riqueza. Así has querido bajar este año para estar más cerca nuestra, y de nuevo, siento esos nervios en el estómago de sentir que cada vez está más cerca todo.
Los claveles están tan impacientes que no han podido esperar y desde ayer ya rezan a tus pies, dónde también se posa una promesa que alguien dejó con el tímido aroma de la rosa.
Esta noche llegará tu altar de salida, en el que saldrás por esa puerta bendita, y dormirás esperando la mágica noche, la de la luz en la ventana, la de la magia y los sueños...
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