Llegó la hora de la espera en la estación. De mirar el reloj y pensar en si el tren que está a punto de partir es en el que comenzaré un nuevo viaje, o será otro más que pase por allí. Hemos compartido muchos viajes, siempre con la maleta cargada de sueños, de ilusiones que han ido quedando por el camino. He visto a muchos amigos bajarse del tren, agotados tal vez del duro trayecto. He visto viajeros que tras esperas interminables, han acabado desistiendo, marchando rumbo a otras estaciones, pues sus maletas ya estaban vacías de magia. He visto como compañeros apagaron hace años esa llama, abatidos por la desesperanza del tren al que le falla la maquinaria, de la locomotora antigua que aunque lo intenta, no puede arrastrar al tren por la vía.
Pero también he visto a quien se ha dejado la piel, a aquellos a los que la maleta aún no se les ha vaciado, y tienen ganas de seguir llenándola. Sé que aun queda algo de fuerza para impulsar toda esa maquinaria, para limpiar el engranaje y pulir el motor. Doy fe de que aun quedan equipajes renovados, de llamas que quieren ser Luz, de sueños que sueñan hacerse realidad. Y a ciencia cierta también sé que habrá no pocos obstáculos en la vía que obligarán a veces a frenar (que no parar) la maquinaria en caso de que el tren se pusiera en marcha. No importa. Avanzaremos raíl a raíl, quitando si es necesario las piedras que impidan avanzar al tren.
Puede que por fin sea el momento...O puede que tan solo sea "otro momento". En cualquier caso, no despertaremos hasta que llegue la hora...
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